Resumen-síntesis de los 11 capítulos anteriores:
Capítulo I:   ¿Quién soy?
Capítulo II:   De dónde venimos
Capítulo III:   A dónde vamos
Capítulo IV:   Los Centros
Capítulo V:   Biorritmos y Biotipos
Capítulo VI:   Sentidos y Memoria
Capítulo VII:   La Conciencia
Capítulo VIII:   Niveles de Conciencia
Capítulo IX:   Teoría del ensueño
Capítulo X:   Personalidad y Esencia
Capítulo XI:   Conciencia mágica vs. Conciencia de Sí
No soy mi cuerpo, sino que tengo un cuerpo,
No soy mis emociones, sino que tengo emociones y sentimientos,
No soy mis pensamientos, sino que tengo pensamientos,
Pero vivo identificado con mi cuerpo, con mis emociones y con mis pensamientos.
Si mi CABEZA piensa una cosa, mi EMOCIÓN siente otra, y HAGO otra distinta, vivo con contradicción y sufrimiento.
El Despertar de la Conciencia implica trascender el pensamiento:
¿usas la mente, o la mente te usa a ti?
¿Quién soy verdaderamente? … ¿cuándo o cuántas veces me lo he preguntado?
¿Quién soy? … algunas sugerencias de Eckhart Tolle:
Soy el Ser que está más allá de cualquier contenido de la mente.
Soy la identidad que deja de ser el contenido de la mente para ser la Conciencia que hay en el fondo.
Soy el Espacio desde el que observo el pensamiento, la emoción, o la percepción.
¿Vivo en armonía conmigo, con los demás y con el mundo que me rodea?
¿Puedo darme cuenta de que más allá de los pensamientos está la Conciencia que puede observarlos?
¿Puedo distinguir entre mis contenidos mentales y la Conciencia?
La contradicción interna produce sufrimiento.
El estado general de la Humanidad es de desorientación y falta de sentido en la vida.
Vivimos dormidos.
Es necesario vivir en armonía consigo mismo, con los demás y con el mundo.
A partir del Big Bang, apareció el espacio, el tiempo, la energía, la materia, galaxias con sus estrellas y muchas de ellas con planetas donde, al menos en el nuestro, surgió la Vida que fue organizándose en formas cada vez más complejas hasta llegar a nosotros, los seres humanos.
Todo ser vivo funciona mediante respuestas a estímulos provenientes de su medio externo.
En el ser humano, hay Centros de respuesta especializados que al trabajar en desarmonía, producen contradicción y sufrimiento, y si trabajan en armonía producen unidad interna.
Centros, biotipos, biorritmos, sentidos, memoria, funcionamiento del psiquismo, niveles de Conciencia, etc. pueden ser estudiados a fin de armonizarnos, evitar el sufrimiento y despertar la Conciencia. (Capítulos del IV al VIII).
La Conciencia se sirve del Centro Intelectual para muchas de sus operaciones, pero no hay que confundir el intelecto y su actividad vigílica con la Conciencia. Pensar es propio del intelecto; observar, lo es de la Conciencia. La Conciencia no depende de las formas, sino que es el ámbito vacío o espacio mental en el que se representan los objetos y el mundo.
Puede decirse que la Conciencia, en general, se sirve preferentemente de la función más desarrollada de cada ser, siendo por ello que en los humanos tienda a confundirse la Conciencia con la función intelectual (pero “no soy mis pensamientos”: capítulo I)
Cuando se cae en cuenta de que observar no es pensar, se produce el primer gran paso para el despertar.
Nuestro interés no es el de la Neurobiología ni el de la Psicología, sino el Despertar de la Conciencia: cómo trascender el pensamiento divagatorio.
Con este interés y desde esta perspectiva, vemos cómo funciona el psiquismo humano:
El centro de operaciones es la Conciencia.  “Conciencia” recibe y envía estímulos (bits de información) desde y hacia: Sentidos (externos e internos), Memoria, y Centros (Intelectual, Emotivo, Motriz y Somático). Todo ello lo estudiamos en los capítulos anteriores.
Conciencia trabaja además “con distintas intensidades”: son los “Niveles de Conciencia”.
Siguiendo el esquema del psiquismo y sus conexiones podremos entender cómo trabaja y ver el recorrido desde que entra un estímulo hasta que se emite alguna respuesta, sea interna o externa.
(Hay un cierto paralelismo con el funcionamiento de cualquier ordenador: Sentidos: ventanas por las que entra la información: teclado, pantalla táctil, ratón, escáner …; Memoria: disco duro, memoria RAM …; Conciencia: CPU o unidad central de proceso …; Niveles de conciencia: intensidad y velocidad de trabajo de los chips … Centros de respuesta (I-E-M-S): salida de la información procesada hacia pantalla, impresora, internet ….). (Capítulos VI, VII y VIII).
¿Te distraes cuando estás haciendo algo?
¿Has observado que estas distracciones te ocurren con mucha frecuencia a lo largo del día?
El fantaseo, divagaciones o ensueños te ocurren mientras realizas tus actividades cotidianas: ¡sueñas despierto!
Además le das crédito a muchos de estos ensueños, y muchas veces te crees lo que ensueñas…  ¡estás dormido!
(Capítulo IX)
Como hemos visto anteriormente, la Conciencia puede trabajar con distintos grados de intensidad, o de claridad. Los Niveles de Conciencia van desde el Sueño profundo, Semisueño y Vigilia, como niveles habituales, hasta la Conciencia de Sí y
Conciencia Objetiva. (Capítulo VIII).
En los tres niveles inferiores, la Conciencia está velada, sugestionada, y a menudo hipnotizada por el mundo y por los objetos internos: ensueños, fantaseos, diálogo interno… Fugado de la realidad, el sujeto está dormido incluso en Vigilia, y ni siquiera se percata de ello, por tanto es incapaz de responsabilizarse del Despertar de su Conciencia. (Cap. IX, X y XI).
Todo ego está luchando constantemente por su supervivencia intentando protegerse y agrandarse. Para sostenerse necesita la idea opuesta “del otro” como rival o enemigo. Suele ser habitual el compulsivo hábito egoísta de encontrar defectos en los otros y quejarse de ellos, quejarse de cómo están las cosas, quejarse del gobierno, quejarse del sistema social, etc.  Cuando se critica o condena a los demás, sea de palabra o de pensamiento, eso me hace sentir superior … De ese modo refuerzo mi ego.
El aplicar etiquetas mentales negativas, o el sentirse amargado, indignado o agraviado por lo que hicieron o dejaron de hacer o decir los demás, de lo que deberían haber dicho o hecho, y culparles… todo eso le encanta al ego porque es el combustible para sobrevivir y demostrar que se tiene razón y se es superior. (Eckhart Tolle).
Esto no quiere decir que debamos admitirlo todo, sino que aprendamos a distinguir entre consciencia y reactividad. (Capítulo X).
La personalidad son las capas de comportamiento que se manifiestan en las diferentes situaciones que nos toca vivir.
Cuando la personalidad está viciada, cuando los “yoes” y las creencias han conformado estructuras negativas, el sujeto está “quemado” (coagulado, cristalizado) y la Luz de la Conciencia que mora en la Esencia no puede expresarse y llegar al mundo. Igualmente, desde el exterior tampoco le llegan los estímulos conscientes. El yo, los yoes, la personalidad y el ego tienen su función, pero deben estar supeditados a la Conciencia y no al revés
Mirar más allá del ego atravesando la personalidad (propia y de los demás) nos conecta con la Esencia.
Vivir en Conciencia de Sí, en Presencia, nos hace ver lo efímero y pasajero de este mundo y convertir nuestros pensamientos, sentimientos y acciones en actos unitivos y amorosos para con todos los seres vivientes. (Capítulo X).
El pensamiento mágico y las personas que hacen uso de él, no dudan de su veracidad; por tanto, sin una base crítica de la realidad, dicho pensamiento puede generar una pseudociencia mágica basada en hipótesis puramente especulativas.
Las teorías salvacionistas son un claro ejemplo de Conciencia mágica donde incluso llega a afirmarse que los extraterrestres o los ángeles van a venir a salvarnos…
“Creer es crear” es otro ejemplo de Conciencia mágica cuando no median las acciones correspondientes (pienso y siento en una dirección, pero sin embargo, no actúo).
Una idea no debe ser aceptada como válida si no está fundamentada en hipótesis rigurosas y contrastables. La razón y la racionalidad no son el culmen ni suponen una garantía total, pero esquivarlas o negarlas nos lleva al campo de lo crepuscular. Cuando se evita la razón, ¿estamos más allá o más acá de ella?
(Opuestamente, el método científico está sustentado por dos pilares fundamentales: la reproducibilidad, es decir, la certeza de poder repetir un determinado experimento en cualquier lugar y por cualquier persona, y el de la falsabilidad o refutabilidad, que es la capacidad de una teoría o hipótesis de ser sometida a potenciales pruebas que la contradigan).
En el pensamiento mágico se toman como postulados válidos ciertas creencias del pasado, e incluso del presente o actualizadas al presente, construyéndose sobre ellos un mundo aparentemente racional. De este modo, a una persona que no haya tamizado previamente dichas ideas o pensamientos hasta encontrar sus bases fundamentales, le puede parecer que dichos pensamientos tienen fundamentos y coherencia científica, y hasta cierto punto consistencia.
Ejemplos de ello pueden ser las prácticas adivinatorias como la astrología, la numerología y otra serie de pseudociencias que aceptan postulados mágicos, arraigados histórica y culturalmente que, para los creyentes, les induce a conclusiones y razonamientos más satisfactorios y aparentemente con más sentido y significado que la propia Ciencia.
Otro ejemplo del mecanismo de fuga y de Conciencia emocionada, y mágica en algunos casos, son los ámbitos “New Age” y similares, donde proliferan “coleccionistas” de cursos, técnicas, maestros… y del otro lado, ofertas y teorías de todo tipo, casi siempre con un interés económico subyacente en lo que puede denominarse “supermercado del espíritu” …
El pensamiento mágico opera en el campo del deseo y de una voluntad que ha roto con los vínculos racionales. Conviene preguntarse si estamos más allá o más acá de la razón. (Capítulo XI)
Las creencias mágicas fueron prohibidas para los monjes por el propio Buda.
El pensamiento mágico es un síntoma de infantilismo, de aceptación de propuestas no contrastadas.
Causa y efecto no tienen equivalencia racional en el pensamiento mágico.
En tiempos antiguos, la ciencia más avanzada estaba mezclada con el pensamiento mágico y éste sigue perdurando especialmente cuando la Conciencia transita solamente por los Niveles de Vigilia e inferiores, Semisueño y Sueño.
Como hemos visto, una característica del pensamiento mágico es la figura del sacerdote, el mago, hechicero o curandero intermediando entre el objeto de deseo y su consecución, lo que a su vez implica obediencia, dependencia y sumisión.
El Buda rechazó los ritos y ceremonias porque no son condición para la purificación de la mente.
Según la práctica budista, el Óctuple Noble Sendero quedaría contaminado por el pensamiento mágico al ser una distorsión del correcto entendimiento.
En el intervalo de las 24 horas del día transitamos por estos 3 Niveles de Conciencia:  Sueño profundo, Semisueño y Vigilia ordinaria.
Sueño profundo: reposo nocturno; se producen los sueños o ensoñación inconsciente.
Semisueño: Tránsito de la vigilia al sueño desconectando del mundo; o del sueño a la vigilia, conectando. Se mezclan la razón y el onirismo.
Vigilia ordinaria: (ahora mientras lees) se despliegan las actividades humanas: los mecanismos racionales trabajan plenamente y se tiene un relativo control de la mente y del cuerpo, en general enfocado al mundo externo.
Conciencia de Sí: (siguiente diapositiva)
Conciencia objetiva: cuando en la Conciencia hay “silencio” y “espacio” la energía puede activar el Centro Superior y darse fenómenos místicos donde la Conciencia y el mundo, el observador y lo observado, se funden en comunión.
A este Nivel de Conciencia puede accederse mediante una práctica sostenida de la Conciencia de Sí, pero no se accede por voluntad sino que “Aquello viene sin ser invitado” y no cuando es buscado por el sujeto. (Capítulo VIII).
A este nuevo Nivel de Conciencia se accede cuando mediante la atención se observan los objetos del mundo a la vez que la actividad mental (y/o emocional o al propio cuerpo). Hay atención simultánea de presencia y copresencia que permite ser consciente del mundo y de uno mismo.
Aquí se trasciende el pensamiento. Observar no es pensar.
Ya no se está a merced de las cadenas asociativas que encadenan la Conciencia con pensamientos y ensueños repetitivos e inútiles.
Es el Despertar de la Conciencia que libera al Ser Humano del sufrimiento. Los Centros están en armonía: se piensa, siente y actúa en una misma dirección (no hay contradicciones). Se construye así la Unidad Interna.
Las consecuencias para uno mismo y para el mundo son enormes: los conflictos y el sufrimiento desaparecen. El “ego-ismo” queda sustituido por la Conciencia de Unidad con la Naturaleza y con todos los seres vivientes. Se actúa y se trabaja tanto para sí mismo como para los demás. Hay Amor y Compasión. (Capítulo VIII).
Ocurre a menudo que se toman ciertas experiencias fenoménicas infraconscientes como espirituales cuando en realidad corresponden a un nivel infravigílico.
Suele existir avidez por experimentar fenómenos extraños o paranormales como si fueran indicadores de elevación espiritual. Tales deseos de vivir cosas extraordinarias son muestra de que la Conciencia se encuentra inmersa o en dependencia de estados crepusculares propios de los Niveles de Conciencia de Sueño y Semisueño muy distintos al de Conciencia de Sí y del Estado Despierto.
Así, las prácticas de chamanes, brujos, curanderos, etc. evidencian estados infraconscientes y mediúmnicos que distan diametralmente del Despertar de la Conciencia.
Del mismo modo, la ingesta de sustancias que producen estados alterados de conciencia tampoco ayudan al Despertar. (Capítulo XI).
Los ensueños y la identificación con las creencias mantienen al individuo dormido. En estas circunstancias, cuando el núcleo de ensueño da dirección a la vida, es muy difícil que el sujeto caiga en cuenta de lo ilusorio de su situación y de que la vida puede tener un sentido distinto al de perseguir logros o éxitos cual zanahorias a conseguir en el camino.
Mientras el núcleo de ensueño siga vigente, nada cambiará en lo Esencial. Para ello, hasta que (por desgaste del núcleo de ensueño, o por algún suceso importante) el sujeto no se frustre comprendiendo la futilidad de sus empeños, no tendrá la posibilidad de imprimir una dirección de búsqueda consciente hacia el Despertar. (Capítulo XI).
Algunas fuentes nos dicen que “la realidad es ilusoria”, pero es difícil que nos expliquen si se trata de la realidad en sí o si es la visión de la realidad la que está distorsionada.
Ya el señor Buda (que tiene mucho que ver con el origen de estas complicaciones) explicó que los seres contemplan el fenómeno que les corrompe la mente; que la mente se turba a causa de los objetos y la percepción se vuelve variable y queda a merced de las variaciones externas; pero, al mismo tiempo, indicó que había que aprender a ver las cosas en su esencial carácter, como si todo fenómeno estuviera cubierto por un velo. La naturaleza de este velo se aposentaba en ocasiones en el fenómeno, y en ocasiones en la mente. Destacó que la naturaleza de la visión inteligente no pertenece ni a la causa ni a la condición. A ningún fenómeno, y sin embargo, reúne a todos los fenómenos. Finalmente explicaba, que la percepción trascendente a causas y condiciones es la pura realidad: la percepción simple y cotidiana distorsiona el mundo, y aquella en que se tiene simultáneamente Conciencia de la percepción y del mundo, es la trascendental percepción. (Capítulo XI).
Dicho 2.500 años después, es decir, ahora, sabemos que la “visión inteligente” a la que el Buda se refería es la Presencia y la Conciencia de Sí que trasciende el pensamiento ensoñativo, repetitivo e inútil.
 
Un científico en su laboratorio mirando al microscopio está observando y tomando nota, pero no está cavilando en sus cosas y sus problemas…
De igual modo, cuando realizamos nuestras actividades, nuestra actitud de observar y simultáneamente observarnos, es la que corresponde a “la visión inteligente”.
Estar, por ejemplo, con otra persona sin prestarle una adecuada atención, o sin dejarle espacio para que se exprese, o pensando en lo que se le va a contestar en vez de observar nuestras reacciones, es mantener una relación disfuncional y egóica que nos delata el estar dormidos.
“Si difícil fue aprender a pensar, más difícil es aprender a no pensar”. Pero no se trata de evitar el raciocinio, sino de que éste no quede apresado en las cadenas asociativas divagatorias que nos mantienen nimbados. La Conciencia de Sí evita quedar poseídos por nuestra mente. (Capítulo VIII) 
Trascender el pensamiento es el despertar de la Conciencia.
Lo único permanente es el cambio.
Cambian nuestros cuerpos, cambian los acontecimientos y el mundo …
¿Hay algo en nosotros que no cambie y que esté más allá de nuestros pensamientos y deseos?
Todo lo que percibes, experimentas, haces, piensas o sientes son contenidos, y en tanto estás identificado con los contenidos, estás perdido en ellos.
El contenido no es quien tu eres. Eres la Esencia más allá de la forma. Cuando estás presente, cuando tu atención está en el ahora, esa Presencia fluye en lo que haces y lo transforma. El Ser no está afectado por la juventud o la vejez, la riqueza o la pobreza, la salud o la enfermedad, lo bueno o lo malo, o ningún otro atributo.
Estar en el Ser, en Presencia, es un estado de quietud y espaciosidad interior.
¿Puedo sentir la Presencia que soy?
¿Qué crees que has venido a hacer a este mundo? …
Cuando te das cuenta de que lo principal en tu vida es el Despertar de tu Conciencia, surge una comprensión profunda que cambia tu perspectiva, y lo que perseguías pasa a un segundo plano cesando tu identificación con la hipnosis de este mundo material. Pero no tienes porqué renunciar a nada, puedes seguir trabajando por lo que quieras conseguir, pero ya no te identificas. Esto te evita el sufrimiento y le da lucidez a tu vida. Al no estar identificado, si fracasas o pierdes el objeto, persona o asunto que perseguías, ya no te rompes, puedes apenarte, pero ya no sufres. Adviertes cómo funciona “el maquinillo de pensar”, las idas y venidas de la vida, sus ciclajes y la impermanencia de todo lo manifestado. Entonces comprendes que lo único verdaderamente importante es tu Conciencia, tu despertar y tu estado de Presencia en todo momento.
“Una nueva especie está surgiendo en el planeta. Está surgiendo ahora, y cada ser humano forma parte de ella”. (Eckhart Tolle en “Un Nuevo Mundo Ahora”).

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