Las ideologías configuran en nuestra civilización aquellas agrupaciones de ideas a las que las personas se adhieren, por muy diversas razones, como formas preferidas para aplicarlas a la solución de diversos problemas de la experiencia de vida.

En materia política, son sustratos de ideas que configuran un sistema de actuación en el gobierno de diversas instituciones.

Actualmente, tenemos dos grandes bloques de ideas que configuran una primera clasificación ideológica: conservadurismo y progresismo. Lo que vulgarmente conocemos como las ideologías de izquierdas y las de derechas, terminología que se adopta de forma generalizada desde que la ubicación en la cámara de los representantes de unos y de otras en la asamblea nacional francesa en 1789 cristalizó dicha semántica.

Para esclarecer qué podrían defender actualmente las izquierdas y las derechas hoy en día partimos de la idea de que una mayoría de la población está de acuerdo en que el mundo debe evolucionar desde una situación de ostentación del poder y la riqueza de unos pocos sobre la mayoría, hacia otra situación de distribución del poder y la riqueza más igualitarias, buscando el bienestar general. Desde ese punto de vista, la derecha ideológica partiría de la mejor conveniencia de una determinada forma de transitar dicha evolución diferente de la izquierda, quien sería partidaria de una forma alternativa de realizar dicho tránsito evolutivo.

Antes de describir las líneas generales de dichos caminos, es conveniente recordar la enorme dificultad de descripción de los diferentes caminos defendidos por izquierdas y derechas para lograr el mismo objetico de aumento del bienestar general, debido a factores como la dispersión espacio-temporal que han adquirido dichos significados a lo largo de la historia y a lo ancho de la geografía, de forma que algunas formas han sido defendidas tanto por las izquierdas como por las derechas; también por la problemática de la diferente semántica que dichos vocablos han adquirido, a veces completamente contradictoria en diferentes situaciones, momentos y lugares.

Así, la derecha se relaciona habitualmente con la forma de transitar dicha evolución por el camino de la defensa de los valores del conservadurismo (la jerarquía, la autoridad individual o aristocrática; los principios de mérito y capacidad como principios de actuación pública; las clases sociales; el mantenimiento de la tradición en las costumbres; el individualismo; el liberalismo económico; el capitalismo y la privatización de los medios de producción; el nacionalismo; la religión; etc.)

Y por otro lado, la izquierda se relaciona frecuentemente con la forma de transitar la evolución humana antes descrita por un camino alternativo, que preconiza la defensa de los valores del progresismo (la colectivización, la autoridad asamblearia; la solidaridad como principio de actuación pública; la igualdad social; el rupturismo costumbrista; el intervencionismo económico; la socialización o nacionalización de los bienes de producción; el regionalismo; el respeto a las libertades ideológicas; etc.)

A partir de ese momento, diversas corrientes ideológicas de diferente matiz se han identificado como de izquierdas o de derechas, aunque hoy en día, pese a que la terminología a veces es confusa y ambivalente, básicamente podrían situarse en la derecha los movimientos conservadores, liberales, democristianos, y en la izquierda los socialistas, progresistas, socialdemócratas y laboristas.

Y con base en dichos movimientos, se han ido conformando las diferentes agrupaciones políticas particulares de cada país, que en la actualidad, en los países desarrollados y avanzados social y culturalmente, optan por la ostentación del poder a través de mecanismos democráticos, en estados habitualmente regidos por el Derecho, donde el sistema político garantiza generalmente una división de poderes legislativo, ejecutivo y judicial y un sistema de valores protegido constitucionalmente.

A partir de esa primera clasificación del espectro ideológico, entre izquierdas y derechas, entendiéndolas en la actualidad como vías alternativas para conseguir el mayor bienestar general de la humanidad, surgen, por diversos motivos, otros espacios ideológicos que combinan o acentúan los descritos.

Por un lado, los extremos ideológicos, conocidos como extrema izquierda y extrema derecha, que establecen caminos radicales para conseguir dicho objetivo de bienestar general, e incluso muchas veces no persiguen expresa o nominalmente ni siquiera el bienestar general sino bienestares particulares de determinados grupos de personas.

Por otro lado, el centro ideológico, confluencia común entre las vías de la derecha y de la izquierda que intenta combinar de diversas formas los postulados de ambas vías para conseguir el repetido objetivo común.

Ni que recordarse necesita el hecho sobradamente conocido por todos de que la cuestión de las ideologías como diferentes caminos para conseguir el bien común, en la práctica, se ve empañado por la corrupción, entendiéndose dicha corrupción como la manipulación que pretenden determinadas personas al pretender perseguir antes fines particulares de mejoramiento personal por delante de los fines generales de bienestar común.

la cuestión de las ideologías - Estado Universal

La corrupción es un fenómeno que depende del nivel evolutivo individual en cuestiones éticas, morales y espirituales. Dicho nivel evolutivo individual depende de muchos y muy variables factores, pero en conjunto, resulta al agregarlo, el nivel evolutivo colectivo de la civilización humana.

Precisamente, es fácilmente observable que el nivel evolutivo colectivo de la civilización humana aún no es suficiente para conseguir el presuntamente ansiado por todos, y nominal y expresamente defendido bienestar general de la población. Y lo que es menos fácilmente observable, menos sencillo y directo deducir, es que hay determinados mecanismos de conformación de la voluntad general que no favorecen la disminución de la corrupción de los valores de la civilización.

La escasa evolución ética, moral y espiritual individual y colectiva han excluido de facto los sistemas de gobierno individualistas, por no poderse determinar cuál sería la persona adecuada para gobernar un determinado colectivo. En tal sentido, se han superado las monarquías y poco a poco también los totalitarismos y las dictaduras.

Dicha evolución cedió el camino a la atribución de la soberanía (la capacidad de decisión) a todos los individuos que forman parte de una agrupación, surgiendo la democracia. Por cuestiones prácticas, el ideal democrático se aterrizó mediante el sistema representativo por sufragio universal. Es decir, el otorgamiento de la soberanía, de forma temporal, a unos determinados representantes de sistemas ideológicos alternativos. En este sistema, las ideologías vienen representadas por los partidos políticos, que establecen bloques programáticos sobre acciones de gobierno coherentes con la ideología defendida.

Desde “Estado universal”, organización resultante de la promoción de los principios teóricos que sustenta el libro homónimo, creemos que este sistema de partidos y elección representativa de un sistema ideológico concreto es uno de los principales obstáculos del fuerte retraso en la consecución del objetivo expresamente declarado por la mayoría de la población de conseguir un bienestar general. Es por ello que preconizamos un sistema de elección que excluya la cristalización, en unas pocas personas que establecen la política como una actividad profesional y un fin en sí misma, su medio de vida. Este sistema de elección es el sorteo aleatorio entre un censo de elegibles libre y abierto a todo el que desee participar.

Otro de los pilares fundamentales de “Estado universal” es la idea, aparentemente utópica, de la consecución de un único gobierno planetario, con el objetivo paralelo del alcance de un único estado político, sin fronteras más allá de las puramente organizativas desde el punto de vista meramente administrativo.

Un tercer sustento del proyecto es la configuración de un sistema de principios, cuyo enunciado original parte, como idea inicial, del contenido en el libro “Estado universal”, (accesible por Internet a través del sitio ww.estadouniversal.org) que pueda dar origen a la primera constitución planetaria, que sirva de marco jurídico y sostén de los principios fundamentales del pretendido gobierno universal.

En la propuesta de gobierno universal, de carácter periódico y temporal, por sufragio aleatorio de entre un censo de elegibles libre y abierto, surge una cuestión relevante a la que el proyecto debe dar un principio de solución práctica de forma que no suponga un obstáculo insalvable, que es la cuestión de las ideologías.

Hoy por hoy las ideologías son inesquivables, toda vez que, en un mundo manifiestamente imperfecto, con un nivel evolutivo insuficiente colectivo (como trasunto del un igualmente deficiente nivel evolutivo individua), a juzgar por la experiencia final de su manifestación a lo largo de la historia y a lo ancho de la geografía planetaria, la libertad de pensamiento ofrece soluciones muy dispares para la consecución del objetivo de mejoramiento general de la civilización.

Dicho déficit en el nivel evolutivo ético, moral y espiritual es el causante de la corrupción generalizada en las formas de gobierno tradicionales de las naciones, sistema territorial alcanzado en este particular momento histórico. Y es el causante de los vaivenes en la aplicación práctica de la acción de gobierno y de los vaivenes en la economía, resultantes de los ciclos económicos. Y es el origen de las diferentes experiencias vitales entre las agrupaciones de individuos en nuestro planeta, en las que se acentúan las diferencias materiales y de realización personal en todos los órdenes vitales.

Desde “Estado universal” creemos en un sistema de principios que rijan la acción de gobierno que combine de forma óptima lo mejor de ambos bloques ideológicos, la izquierda y la derecha. Aunque dicha combinación no tendría por qué corresponderse con la particular conformación ideológica de ninguna ideología centrista concreta, sino con la resultante de un sistema de principios éticos, morales y espirituales comúnmente aceptados, que determinasen a su vez unos principios de acción de gobierno lo más representativos posibles de la humanidad.

En el momento actual de evolución del proyecto “Estado universal” dicho sistema de principios aún no está determinado, aunque sí esbozado, porque considera más acuciante la remoción de los obstáculos que claramente interfieren en el establecimiento del objetivo del bienestar universal. Y de ahí que destaque inicialmente, como sus pilares básicos, y objetivo inminente, la consecución de una asamblea planetaria, por sufragio aleatorio, de entre un ceso de elegibles libre y abierto, que tienda a suprimir la traslación automática del déficit de evolución individual a la acción política colectiva.

Los componentes de dicha asamblea pasarán por un proceso de formación necesario para desempeñar su labor, de la mano de la estructura organizativa de “Estado universal”, con carácter previo al comienzo de su desempeño, que actuará como formadora y asesora en todos los órdenes que dichos futuros congresistas universales necesiten para el desempeño de su alta función.

Por supuesto, dado el carácter fuertemente disruptivo con la situación actual del objetivo perseguido, existirá una primera fase, lo más corta posible, de conformación territorial de la estructura y definición detallada del proyecto de “Estado universal”. Y a continuación, ya en fase de funcionamiento de la asamblea, de una larga fase en la que dicha asamblea comenzará su actividad legislativa, paralela a la de los gobiernos nacionales y a la de las instituciones internacionales, persiguiendo una creciente influencia orientadora (tanto como personas se adhieran a tan sublime proyecto), sobre dichos gobiernos e instituciones internacionales, hasta lograr finalmente una influencia tan decisiva que acerque y viabilice en la práctica el postulado final del gobierno universal.

Mientras, la inesquivable presencia de las ideologías en las personas que se integren al proyecto “Estado universal” debería tratarse de forma que distorsionase lo menos posible el proyecto, evitando a toda costa su colapso prematuro.

A tal fin, partiendo de la distribución normal de la población en el espectro ideológico, nos encontraríamos con un panorama en el que la mayoría de las personas se situarían en posiciones de centro ideológico disminuyendo su número según no alejásemos desde el centro hacia los extremos.

Por eso, “Estado universal” debe actuar en la práctica su sólido basamento intelectual en el derecho natural (inspirado por la filosofía ética, moral y la espiritualidad profunda), alejándose de la polarización que suponen la izquierda y derecha ideológicas, buscando la mejor combinación práctica de ambas ideologías, fusionadas en una ideología ambivalente para la mayoría de las personas y desechando, por supuesto las posiciones ideológicas extremas que no tendrían cabida en el proyecto.

Persiguiendo así el establecimiento de valores transversales admisibles para todos bajo un determinado marco acotado de principios de partida (inspirados actualmente en los contenidos en el libro “Estado universal”).

El mismo hecho de la puesta en marcha de la asamblea planetaria, y de su valor como mecanismo reductor de la corrupción en la actuación política, sería un potente factor catalizador ideológico para la humanidad hacia dichas posiciones ideológicas óptimas y neutras, de forma que contribuyesen a suprimir la necesidad de algunas personas de identificarse con los extremos ideológicos, y a formar una tendencia general hacia dichos principios centrados ideológicamente.

Para ello, en tanto se determina definitivamente el contenido de principios fundamentales de la proyecto, base de la posterior declaración de la constitución de la humanidad, el proyecto debe nacer y desarrollarse en dicha línea ideológica neutra (en la práctica, centrada, tendente hacia la inclusión y no hacia la exclusión), debiendo desde el principio suponer la asunción, para los que se adhieran, de un compromiso en tal sentido, única forma posible de conseguir la necesaria congruencia y consistencia en el proyecto.

Por Iván Rodríguez; COO de Estado Universal y autor del libro«Espiritualidad y Biocentrismo. Una nueva tierra para una nueva compasión».

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