Estado Universal como red social y medio de comunicación asistió el pasado 4 de septiembre al Senado uruguayo donde se trataba el tema “Penalización de la Maternidad”. Una cuestión de profundo interés en todo el mundo. Estas fueron las palabras pronunciadas por la señora Presidenta del Senado, Esc. Beatriz Argimón y Vicepresidenta del Gobierno:

Mi intención, esta mañana en la sesión del Senado, tiene que ver con algo que sin duda pueden sentir varios legisladores y es que no siempre temas considerados de interés para la sociedad constituyen prioridad a la hora de su traslado al sistema político y mucho menos tienen su reflejo en los medios de difusión. 

Hace semanas, la señora Liliam Kechichian mencionaba en sala que había algunos temas en los que sentía que se hablaba poco en el Parlamento y aludía, como ejemplos, a la cultura y al turismo. Yo comparto esa sensación, ese sentir. 

Hace tiempo que vengo observando cómo cada vez más en la sociedad uruguaya mujeres jóvenes que quieren ser madres postergan su maternidad porque consideran que obstaculiza su desarrollo profesional y económico. Tanto es así que incluso escuchamos que las que pueden hacerlo llevan adelante el procedimiento de congelamiento de óvulos para utilizarlos cuando la oportunidad se presente sin que eso obstaculice su desarrollo económico y profesional. 

Semanas atrás presentamos la investigación realizada por la Cepal y ONU Mujeres «Brechas de género en los ingresos laborales en el Uruguay» junto con las representantes de estas oficinas. Independientemente del hecho de que hicimos llegar a todos los legisladores este estudio, en el que se realizan aportes muy importantes sobre el tema, hay un punto que considero que no se puede pasar por alto. En efecto, uno de los puntos que allí figura es el denominado «“penalización” de la maternidad». Este es un aspecto que viene siendo trabajado en varios países del mundo, pero es la primera vez que en Uruguay está planteado seriamente y, además, viene con una medición, por lo que me parece muy importante reflejarlo en el Senado, sobre todo teniendo en cuenta que nuestro país tiene la situación demográfica que todos conocemos. A nadie escapa lo que los demógrafos nos han advertido desde hace tiempo sobre los problemas que nuestra sociedad tiene respecto a los bajos índices de maternidad, los efectos en una población cada vez más envejecida y sus consecuencias, por ejemplo, en la previsión social. Pero ¿a qué se refiere la «penalización» de la maternidad? Es, ni más ni menos, que el hecho de que la presencia de hijos puede explicar parte de las brechas de ingresos laborales, porque estos afectan en forma diferente los ingresos de las mujeres y los de los varones; es decir, cómo se ve afectado el ingreso laboral, u otra variable de interés, con la tenencia de hijos. Este efecto se puede ilustrar de dos maneras diferentes. La primera, como la diferencia entre hombres con hijos y mujeres con hijos o, la segunda, la diferencia entre mujeres con o sin hijos, por un lado, y varones con o sin hijos por otro. 

Hemos accedido a evidencia internacional que analiza a padres y a madres. La «penalización» por maternidad hace referencia a la pérdida de ingresos laborales en comparación con las trayectorias significativamente diferentes de padres y de madres antes de los nacimientos. El estudio de Kleven para cinco países europeos evidencia los efectos causales de tener hijos sobre las remuneraciones. Mientras que los ingresos laborales de los hombres y de las mujeres evolucionan en forma similar antes de la paternidad y de la maternidad, comienzan a divergir significativamente luego del nacimiento de los hijos. Las mujeres experimentan una caída de ingresos inmediata, considerable y persistente luego de este evento, mientras que los ingresos de los hombres no se ven afectados. Diez años luego del nacimiento, las mujeres no logran recuperar sus niveles salariales de antes del nacimiento de sus hijos. Nos preguntamos, obviamente, ¿existe «penalización» de la maternidad en Uruguay? Como les decía, el informe que presentamos –y que además hicimos que fuera parte del material que todos los legisladores pueden tener– establece que el único estudio disponible en Uruguay que permite identificar la causalidad de la maternidad en el ingreso laboral es un trabajo reciente de Querejeta del año 2019 y principios del 2020, que siguió la metodología de eventos que habíamos expresado de la diferenciación; basándose en los registros administrativos del Banco de Previsión Social, se analizan los efectos del nacimiento de un hijo en la historia laboral de las mujeres. En este trabajo se considera la «penalización» por maternidad como el efecto de la maternidad en la trayectoria de las madres en comparación con la de las mujeres de similares características que no tienen hijos. Reitero: estoy hablando de un estudio que se realizó en Uruguay por primera vez. Se encuentra que luego de diez años de tener el primer hijo, las mujeres experimentan una reducción del 42 % de su salario mensual, en comparación con mujeres con características similares que no tuvieron hijos. Parte de esta reducción se debe a que trabajan un 60 % menos –en horas– que las mujeres que no tuvieron hijos; y la otra parte se explica por ingresos por hora menores que las mujeres similares a ella, pero sin hijos. En otras palabras, el efecto de la maternidad sobre el salario total es del 42 % para la población analizada, y está explicado tanto por la «penalización» al empleo, que es del 60 %, como por una reducción del salario por hora, del 25 %. 

La autora encuentra, además, que durante el primer año luego de la maternidad, el salario total se reduce en un 19 %, y dicha «penalización» no logra revertirse en el mediano y largo plazo, alcanzando una reducción del 42 % a los diez años después de la maternidad; como se imaginarán, todo esto incide en el momento del retiro de las mujeres en la etapa de la jubilación. Al analizar el empleo, el estudio muestra una caída abrupta en el cuarto mes luego del nacimiento, que coincide con el fin del subsidio maternal, y una acentuación de esta «penalización» con el tiempo. Diez años después de tener el primer hijo, el empleo de las mujeres uruguayas en el sector formal es 60 % menor con relación a su trayectoria si no hubieran tenido hijos. Al año de la maternidad, el salario por hora alcanza una reducción del 6 %, y la «penalización» del largo plazo, una reducción del 25 %.

Por lo antedicho, señores senadores y señoras senadoras, y frente a la evidencia, cuando es la primera vez que logramos tener esta mención –que no va a ser la única, porque, por suerte, en las próximas semanas, también por primera vez, vamos a tener un estudio sobre lo que las mujeres aportamos al producto interno bruto de este país por el trabajo remunerado, pero también por el trabajo no remunerado que realizamos; esa es una realidad que nos merecemos conocer, y debemos tener en cuenta lo que significa para este país, de tan bajo nivel de natalidad, penalizar precisamente a quienes son madres–, nos preguntamos si no será hora de considerar esta situación de las jóvenes mujeres, que para ejercer su derecho a desarrollarse económicamente ven en la maternidad, querida y sentida, un obstáculo o un castigo. ¿Es que la independencia económica de las mujeres, tan necesaria en el siglo XXI, en un país con altos indicadores educativos para la población femenina, tiene el freno de la maternidad, por más querida que esta sea por las jóvenes? 

¿Es justo que las más jóvenes deban plantearse la disyuntiva entre ser madres, si así lo quieren, o profesionales para desarrollarse como corresponde, económica y profesionalmente? Creemos que no, y mucho menos en un país cada vez más avejentado, que precisa de la fuerza productiva de todos sus integrantes, pero también del indispensable equilibrio intergeneracional que nuestra sociedad requiere. 

Debemos reconocer esta llamada «penalización» de la maternidad que se observa en el país, cómo las mujeres postergan cada vez más su maternidad por considerarla un problema, cómo cada vez más –y en esto, otra inequidad– aquellas que pueden, congelan sus óvulos para más adelante, para cuando su desarrollo personal pueda permitírselo, y cómo aquellas que tienen sus hijos muy jóvenes sienten cada vez más que ese hecho las coloca en un lugar de dificultad para alcanzar esa independencia económica anhelada. Esto tiene que ver también con la libertad, sin lugar a duda.

Por todo esto, cuando hablamos de una sociedad en la que hombres y mujeres tengan los mismos derechos, tengan auténtica libertad para el ejercicio real de esos derechos y tengan también oportunidades, entendemos que desde lo público y desde la sociedad en su conjunto, debemos tener en cuenta esta señal que se nos está enviando por las jóvenes generaciones; no podemos mirar para el costado.

Para terminar, quiero decir que hace unos años el Plan CAIF significó una respuesta incipiente cuando las mujeres empezábamos a invadir el mundo del trabajo. ¿Por qué? Porque, obviamente, constituyó una herramienta muy importante para poder asumir las responsabilidades del mundo laboral y, concomitantemente, poder estar tranquilas de que había un espacio donde se daban las garantías para el cuidado y el crecimiento de los hijos. Uruguay ha sido uno de los pocos países en los que este plan ha sido una política de estado, y las mujeres hemos sentido que era un refugio ideal precisamente para nuestro desarrollo integral. Nos parece que en el siglo XXI nos merecemos seguir dando respuestas integrales de acuerdo con los nuevos tiempos y las nuevas exigencias que el mercado laboral nos demanda, tanto a hombres como a mujeres, pero teniendo en cuenta sin lugar a duda que los cuidados siguen estando absoluta y mayoritariamente a cargo de las mujeres. Por ende, esto no debe ser considerado como un castigo, sino precisamente como algo que debemos atender desde el punto de vista de la consideración social, pero fundamentalmente también desde la perspectiva de las políticas públicas.

Agradezco a los señores senadores y a las señoras senadoras que me hayan permitido referirme a este tema. Hablar de las inequidades presentes en el siglo XXI es también –sé que es el sentir de varios de ustedes– uno de los temas que es necesario considerar en estas tribunas, porque cuando están en estas tribunas empiezan a formar parte de la agenda política del país y ¡vaya si de eso sabemos las mujeres políticas!

Así que gracias a todo el Senado, señora presidenta, y le agradezco la deferencia de permitirme estar aquí hablando de este tema.

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