Ha ganado Luis Arce en las últimas elecciones generales de Bolivia.

Tal vez era un escenario difícil de imaginar aquel 10 de noviembre de 2019 cuando Morales renunció luego de que el Ejército y la policía le quitaran el respaldo luego de tres semanas de fuertes protestas que hablaban de fraude electoral y la publicación de un informe de la OEA que señalaba irregularidades en los comicios de octubre de ese mismo año.

La única escuela de Evo Morales fue el sindicalismo campesino, aquel construido por los productores de la hoja de coca de la región tropical del departamento de Cochabamba, en el centro de Bolivia. Lidera ese sector desde mediados de los 90 aventurándose en política en 1995 llegando a un magro 3% de votos en lo nacional en aquel inicio.

La coca está en la génesis de casi todo en esta historia, incluso la fortuna personal de Evo, o mejor dicho, la supervivencia de la coca frente a las fuerzas de erradicación en el Chapare. El gobierno boliviano, fuertemente presionado por una activa política estadounidense, declara la guerra en 1988 a dichas plantaciones lanzando un plan legal para erradicarlas.

Morales, en medio de una tormenta, defendiendo un sector atacado y en un entorno de una izquierda fragmentada, se hizo visible de inmediato. Esto se agudizo con la militarización de esos procesos, apoyados además por Washington que antagonizaron con una organización que se cohesiono rápidamente alrededor de Evo.

Con una caminata hacia La Paz en 1994 eludiendo controles y llegando a la sede del gobierno, estableciendo una resistencia que se hizo escuchar durante una década, los cocaleros sustituyeron de a poco el espacio dejado por el proletariado minero como muro de contención ideológico contra un empuje económico liberal y modernizador.

Circunscrito a un puñado de provincias, Evo estrechó muy pronto las manos de líderes como Fidel Castro o Muammar al-Gaddafi mientras era acorralado y acusado de aliado del narcotráfico y decide finalmente a transformar su movimiento social en una fuerza electoral.

En 1995, toman prestada la sigla del Movimiento al Socialismo (MAS), creado por Filemón Escobar. Se trataba de cascarones legales, nombres de partidos reconocidos en el pasado pero que carecían de una base electoral renovada.  Se quedan con todas las alcaldías de la zona del Chapare, serian una decena que al final de la historia se transformarían en más de cien.

En 1997 Evo se convirtió en el diputado más votado de Bolivia, mientras el MAS acumulaba fuerzas y se preparaba para conquistar el poder mediante el voto, la experiencia de Hugo Chávez en Venezuela parecía alentar un desenlace favorable.  Incluso el sistema político boliviano, conformado por cinco partidos esenciales, al borde del colapso, se derrumbó y benefició a Evo, quien en 2002 consiguió 20% de los votos y se ubicó a escasa distancia del ganador. Después, el camino al Palacio de Gobierno quedo asfaltado.

El MAS lideró gran parte de las protestas sociales ocurridas desde entonces y finalmente en 2005, con un récord de participación popular, es elegido por mayoría absoluta del 54% de votos el primer Mandatario indígena del país.

Llegó a la presidencia de Bolivia en enero de 2006 y desde entonces llevó adelante varios cambios que transformaron la dinámica económica del país. El resultado fue un crecimiento constante, de un promedio de 4,9% durante los 13 años, que se tradujo en una reducción de la pobreza de 42% y de la indigencia de 60%, según datos de organismos internacionales.

La producción de hidrocarburos se duplicó, pero los ingresos por ese concepto aumentaron casi siete veces en ese período, gracias a la nacionalización de empresas y a las reglamentaciones sobre los recursos naturales. Otros indicadores económicos son positivos: el desempleo se redujo de 7,7% a 4,4% entre 2008 y 2019, y las inversiones no cayeron.

Y esa gestión tuvo un nombre: el del ministro Luis Arce quien fue ministro durante todo el gobierno del MAS, excepto por 18 meses entre 2017 y 2019, aquejado por un problema de salud. Su salida del cargo coincidió con el fin del contexto externo favorable para la economía.

Hijo de maestros de escuela pública, desde su juventud a un Arce de clase media le inquietaba que un país con tantos recursos tuviera índices tan altos de pobreza, por lo que optó por estudiar Economía. Se graduó como licenciado en Economía en la Universidad Mayor de San Andrés y tiene una maestría en Ciencias Económicas de la Universidad de Warwick (Inglaterra).

En ausencia de Morales, casi un año, asumió el liderazgo del MAS y recorrió el país marcando su impronta reuniéndose incluso con sectores antagónicos a él.

Su protagonismo político, sin una marcada orientación ideológica, más allá de las puntuales invocaciones a Marx y la Biblia, son el resultado la historia, la escolarización, el trabajo y los ingresos. Luis Arce ganó porque es tributario del aumento de la renta per cápita entre 2006 y 2015 con la exportación de materias primas encarecidas, porque los resultados de su gestión alcanzaron a la base electoral no solo del MAS, sino de otros partidos donde nadie cuestiona este concepto.

La inversión pública de ese periodo se septuplicó y la catarata de subsidios y programas sociales se tradujo en agradecimiento, votos y clientelismo. Hoy el triunfo de exministro de Morales es obra del electorado popular e indígena, incluida la burguesía chola y la inmigración rural en las ciudades: un grupo social subdividido en ramales, demandas y conceptualizaciones diferentes: doctrinarias, étnicas y, fundamentalmente, económicas.

Tal cual atestigua rotundamente la CEPAL, hay una nueva estratificación social en Bolivia : el 30% de sus nacionales pasó de pobre a clase media con las políticas redistributivas de los últimos catorce años. Es discutible, porque si bien las transferencias monetarias mejoraron la vida de los bolsones indigentes, su vulnerabilidad frente a la pandemia y la recesión, la reversibilidad de su bienestar, no parece que haya sido sensato categorizarlos en ese estrato. Pero, aun discutible, es un innegable indicador de la fortaleza argumental de cualquier defensa de la política económica bordada por Arce. El nuevo presidente deberá seguir tutelando esa frágil franja social que está al borde de la línea de flotación, sin dinamitar la división de poderes, pero sobre todo administrando la polarización entre la derecha criollo-mestiza de Santa Cruz y el indigenismo dogmático

Las diferencias

Evo Morales se negó siempre a dar paso a otros dirigentes de su partido, el MAS, para que pudieran ser candidatos a la presidencia de Bolivia. Acusado por sus detractores de terriblemente ególatra y absolutista, jamás permitió crecer a quien podría hacerle sombra en las líneas del gobierno y dio pasos para eternizarse en el poder.

No es ilógico, la centralidad de su movimiento, la concentración de poder y la exclusividad en el proceso de toma de decisiones permitió una disciplina en el poder que contrastaba con la desidia, la corrupción y vicios de los gobiernos que le precedieron.

Pero hoy, Luis Arce, exministro de Economía de 57 años y enormemente mejor preparado que Morales, es otra cosa, mas allá de haber sido el artífice de varios logros económicos del gobierno de Evo, la salida del expresidente del poder, le dio la oportunidad que era impensada con Morales en el país, porque nunca este se lo habría permitido.  Su mensaje fue conciliador, concentrado en aspectos técnicos, sin dogmatismos alienantes. De este modo tiene una base de aceptación más extendida que el expresidente indígena.

Consultados permanentemente por periodistas, los operadores militantes del MAS no responden directamente si están esperando a Morales y cuáles son sus expectativas. Solo declaran elusivamente “somos fieles a Evo, es nuestro líder y esperamos que vuelva al país, pero nuestro Presidente ahora es Luis y debemos cuidarlo “.

Los próximos días, una decisión

Queda por saber si Luis Arce se deja influenciar por el fundamentalismo de Evo Morales o gobernará por su cuenta. Ya sucedió en Ecuador, cuando Lenin Moreno no aceptó ser un títere en las manos de Rafael Correa y gobernó sin aceptar imposiciones. O en Colombia, entre Santos y Uribe.

Otra posibilidad es que el caso de Bolivia se parezca más al de Brasil, en donde la entonces presidenta Dilma Rousseff se mantuvo fiel a su padrino político Lula da Silva, que le dejó margen para actuar, hasta que se convirtió en ministro, en plena crisis de destitución de Dilma.

“Si Evo Morales quiere ayudarnos, será muy bienvenido. Pero no significa que Morales estará en el gobierno. Será mi gobierno. Si quiere volver a Bolivia y ayudarnos, no hay ningún problema”, según Arce

Agregó, además: “Él puede venir al país el rato que quiera, porque es boliviano (…). Pero en el Gobierno yo tengo que decidir quién entra y quién no entra”, añadió.

Evo Morales dice que pretende “volver a ser agricultor o pequeño productor” en Bolivia, pero muy pocos le creen, mientras continúan los procesos judiciales por las irregularidades durante sus gobiernos y la denuncia por pedofilia por su larga relación con una menor de 14 años iniciada tiempo atrás.

“Tarde o temprano tendré que volver” concluyo …

Esto también será vara de medida para Arce, según responda a su mandato institucional de respetar la ley ante la llegada de un requerido por la justicia.

Según el analista Franklin Pareja, “es fundamental entender que Arce rompe con la tradición de la política boliviana del caudillismo. El nuevo presidente no es un caudillo, es un tecnócrata que no tiene en su vida luchas sociales ni sindicales. Es más conciliador y al no tener concentrado el poder ni el liderazgo de Morales eso le obligará a negociar y establecer decisiones más compartidas”, explicó.

Para sumar más elementos al análisis será importante el peso del vicepresidente Choquehuanca, que fue canciller de Evo, pero hoy está distanciado con él y tiene divergencias con el círculo de poder interno del ex presidente.

El panorama se completa con un MAS organizado, resiliente y vencedor pero convencido de que todo lo logro con armas propias, con su gente en el terreno (incluido Arce) y si bien le debe admiración y lealtad a su líder en el exilio, no le debe puntualmente ninguna acción concreta de las que se estiman causa del éxito.

Tenemos entonces a ¨la gente de Evo¨, ¨el partido de Evo¨, ¨el candidato de Evo¨, pero todos triunfaron … sin Evo.

La sombra de un papel secundario, objeto de consulta, pero sin un papel operativo de peso se cierne sobre el líder cocalero.

Evo Morales soñó durante un año con un regreso triunfal, pero corre el riesgo de cosechar una triunfal derrota personal.

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