¿Eres capaz, humanidad, de empezar a existir como organización política? ¿Eres capaz, humanidad, de utilizar el potencial racional que la naturaleza te ha dado con fines políticos universales para el establecimiento de la paz perpetua?

Este documento surge de la creación de una mente concreta: la de una persona que vive y se ha criado en la Europa de los siglos XX y XXI, en un Estado de derecho, democrático, social y abierto al mundo, con una influencia cristiana, una educación y una formación excelentes, en el seno de una familia humilde y trabajadora. El hijo de un padre noble, prudente, justo y honesto y de una madre valiente, carismática, compasiva y bondadosa. Una mente inquieta, con ansias de conocimiento y libertad; educada para la ingeniería, para enfocar su energía mental hacia la creación de sueños, para la consecución de objetivos a partir de unas especificaciones definidas aplicando todos los recursos a su alcance.

La persona que escribe no tiene ninguna importancia o, mejor dicho, tiene tanta como cualquier otra, es decir, la suficiente como para reclamar el derecho a disfrutar de su propia existencia y al desarrollo de su personalidad.

Esa persona escucha su interior, que le pide proponer a la humanidad una forma política que nos permita coexistir en paz y armonía, y que bajo unas especificaciones bien sencillas pretende definir un sistema que logre que todos los habitantes del mundo, sin excepción, puedan disfrutar de su experiencia vital. Común es, sin embargo, la idea tradicional de que la paz será posible cuando hayamos acabado con aquellos que nos molesten o nos resulten hostiles.

Lo consiga este proyecto o no, al menos el reto a la humanidad está planteado. ¿Eres capaz, humanidad, de empezar a existir como organización política? ¿Eres capaz, humanidad, de utilizar el potencial racional que la naturaleza te ha dado con fines políticos universales para el establecimiento de la paz perpetua? ¿Qué te lo impide ahora que la tecnología te permite comunicarte de forma tan eficaz y rápida?

Esta mente parte de la unión de una serie de ideas y conceptos previos y de la combinación lógica de los mismos. El primero de ellos es el reconocimiento de la existencia de los derechos humanos. El segundo, la necesidad de un gobierno que los defina, regule, promueva, dote, proteja y garantice. El tercero surge de la naturaleza universal del primero, que implica necesariamente la del gobierno. Por último, se necesita una asamblea, que designará el modo y miembros del gobierno, que será justa, equitativa, representativa, sencilla de constituir y difícil de degenerar de toda la humanidad, con el objetivo primordial del establecimiento de la paz universal, la libertad, la igualdad y el respeto al medioambiente, en representación también de la vida en general.

Por otro lado, esta persona pide disculpas de antemano a todo aquel que pueda sentirse ofendido por algunas de las conclusiones a las que le lleven los razonamientos de su mente en el propósito, a veces crudo y duro, de tratar de despertar la conciencia sobre nuestros propios vicios y defectos que dificultan el progreso de la humanidad. Partimos de la base de que si el individuo puede mejorar como ser humano, y un servidor confía en que sí, podemos cambiar el mundo porque, de lo contrario, no hay esperanza, y entonces estaremos condenados a desaparecer y la historia no existirá como tal, dado que no habrá continuidad y, sin ella, no hay nada que decir.

Al ser nuestros propios pensamientos y emociones creaciones involuntarias del ser, nos identificamos con ellos o no una vez que pasan por el juicio de la conciencia. Por tanto, es también mi voluntad como escritor manifestar mi absoluta lealtad y responsabilidad con el objeto de este escrito, porque mi corazón y mi alma así me lo dictan, en el deseo de aportar esperanza y futuro al mundo, convencido de que, en gran medida, el fin último de nuestro egoísmo radica en la garantía del bienestar de nuestros hijos. Hagamos entonces que la paternidad sea fusionada por el futuro de todos ellos.

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